Durante la sesión de hoy, hemos visto el vídeo “Un pulso al fracaso” que recoge algunas de las funciones del docente. En mi caso, he tenido que prestar especial atención al punto 12. Artículo 91.1.l) La investigación, la experimentación y la mejora continua de los procesos de enseñanza correspondiente.
El actual sistema educativo es muy exigente y
deja fuera a aquellos estudiantes que tienen problemas de aprendizaje, de
carácter emocional, trastornos psicológicos. España es el segundo país con más
fracaso escolar de toda Europa, ¼ de estudiantes abandonan los estudios antes
de cumplir 18 años.
La fundación Tomillo, una organización sin
ánimo de lucro, creada hace dos décadas es un centro de segundas oportunidades
en el que las personas pueden volver a coger las riendas de su vida. Este
centro ofrece la posibilidad de tener una vida con aficiones, con sueños. Los
estudiantes que acuden a este centro tienen la moral por los suelos, ya que no han
parado de decirles que son incapaces de superar las dificultades que se les
presentan. Un equipo de pedagogos, orientadores, psicólogos y educadores van a convencerles
de que sí pueden hacerlo. No se buscan culpables por el fracaso escolar de los
chicos, la clave de este centro es creer en ellos.
En este centro, la transmisión de
conocimientos queda en un segundo lugar. Se atiende al individuo por encima de
lo académico. Se forma de una manera alternativa a los jóvenes. Los educadores
tienen claro que quizá no puedan impartir todo el temario antes de que acabe el
curso, pero lo importante es buscar la cercanía con los alumnos.
Lo que diferencia a un centro de segundas
oportunidades de uno convencional es que es un proyecto educativo comprometido
con el estudiante y tiene como punto de partida la preocupación por lo que le
pasa. Otro punto importante es la puesta en común de los objetivos de los
educadores. La lógica social les dice que bajen las expectativas con estos
alumnos, que se contenten de que sepan leer y escribir, pero ellos piensan que
hay que ir más allá, darles mucho más y alcanzar la equidad. Quieren hacerles
sentir útiles y que empiecen a tener referencias positivas.
En el vídeo, nos presentan el caso de tres
chicos: José Antonio, Odei y Ainara.
Una de las educadoras se reúne con José
Antonio para enumerar los diferentes problemas que ha ocasionado en el centro.
A pesar de que el estudiante haya tenido un mal comportamiento, la educadora le
ofrece su ayuda y le sigue apoyando. Sin embargo, su comportamiento tiene un
castigo: pintar la valla del instituto. José Antonio, no lo ve como un castigo
sino como un aprendizaje.
Odei tiene un conflicto con otro alumno en el
taller cocina. El educador le pide que abandone la cocina y que vaya al vestuario.
Después de unos minutos, el educador acude al vestuario para hablar con él,
saber qué le ocurre, averiguar por qué ha tenido ese comportamiento. Los
educadores dan mucha importancia al entorno del alumno. Los escuchan, les aconsejan
y los animan a seguir.
Ainara explica que durante su etapa académica
anterior, todo eran riñas y comentarios negativos. Gracias al centro Tomillo,
ve la vida de otra manera y está recuperando las ganas de estudiar y de
alcanzar sus objetivos.
El centro Tomillo también dispone de un programa
llamado ADRIS dirigido a adolescentes tan excluidos que no acuden a ningún
centro de enseñanza. Les visitan con regularidad para trabajar con ellos la
motivación. Los animan a acudir a talleres y así conseguir la reinserción al
sistema educativo o al sistema laboral.
Gracias a su método de enseñanza y a la gran
labor del equipo de educadores, pedagogos y psicólogos consiguen:
- Que los estudiantes tengan unos hábitos de puntualidad y rutina
- Que estudien para acceder al grado medio de Formación Profesional
- Que realicen prácticas en empresas y que opten a un puesto de trabajo
Commentaires
Enregistrer un commentaire